¿Pueden nuestras palabras mejorar o empeorar un diagnóstico?

“CURAR A VECES, ALIVIAR A MENUDO, CONSOLAR SIEMPRE”. J. Callabed. Esta frase del pediatra y humanista Callabed resuenan mucho en mi cabeza cuando viene una persona a la consulta. Y sobre todo resuenan a la hora de comunicarme con las personas. Porque nuestra manera de comunicarnos puede resultar clave a la hora de generar una expectativas sobre la evolución de la patología que tenga la persona. 

Hablemos de comunicación nocebo.

Todos conocemos el significado del efecto placebo, una pastilla, una palabra, un gesto, que sin ser una herramienta terapéutica científica, ayuda a las personas en el caso de la fisioterapia a aliviar el dolor que sufren. 

Me acuerdo siendo estudiante, en unas prácticas en el hospital, que se estaba realizando por parte del departamento de enfermería un estudio, sobre qué tipo de pastilla, ayudaba más a la gente recién operada de una prótesis de cadera a aliviar el dolor en las cuarenta y ocho horas siguientes a la intervención quirúrgica.

Era la primera vez como fisioterapeuta que estaba en un estudio de investigación sobre el manejo del dolor. Este ensayo clínico me llamó mucho la atención por el poder que tenía sobre la modulación del dolor el tamaño de la pastilla que se tomaba y la dosis diaria. 

Lógicamente los recién operados no tenían ni idea de que estaban participando en ese tipo de estudio y el personal encargado de suministrar esa medicación tampoco conocía el estudio que se estaba llevando a cabo. Era por tanto un estudio doble ciego. 

Pero lo que nos importa de esta situación era que las personas que tomaban las pastillas de sacarinas más grandes, si repito, se les suministraban pastillas de sacarina sin fármaco antiálgico alguno, tenían una disminución del dolor más importante que la gente a la que se le suministraba unas pastilla de sacarina más pequeña. 

También podemos destacar que la gente que se sometía a 4 dosis de Macrina en vez de a 3 dosis de Macrina, tenía una disminución del dolor más temprana. 

A raíz de este estudio, empecé a leer mucha información y estudios en los que se hablaba del efecto placebo. Y siguiendo la técnica que los investigadores llaman de bola de nieve, empecé a escuchar hablar del efecto nocebo.

El efecto nocebo es lo contrario al efecto placebo, es decir, cómo nuestra información puede hacer empeorar el dolor de las personas a las que estamos tratando. De la misma manera que los circuitos descendientes moduladores del dolor se activan cuando las pastillas son más grandes o se suministran más dosis, esos mismos circuitos descendentes moduladores del dolor se activan de manera no adecuada cuando nuestras palabras son tremendistas, desalentadoras, o suenan en la cabeza de las personas de una manera desfavorable.

Es necesario aquí hacer una aclaración, la ciencia tiene demostradas las técnicas que funcionan, los ejercicios y la dosis de los mismos que debemos emplear, y debemos basarnos en ellos para nuestras intervenciones fisioterápicas. 

Pero también es cierto que la manera en la que nosotros ofrecemos un diagnóstico, de la misma patología, influye mucho en cómo va a afrontar esa personas la rehabilitación.

Vamos a poner un ejemplo para que se entienda algo mejor. Acude a la consulta una persona a la que le gusta jugar al billar, con una molestia en la mano que se apoya en la mesa y sirve de apoyo al palo del billar. Tras hacer una anamnesis y una historia clínica completa, una exploración de su mano, muñeca incluso del codo, se llega a la conclusión de que tiene un problema en los flexores dorsales de la muñeca. 

Podemos decir a esa persona que debido a su debilidad muscular en los flexores dorsales de la muñeca, se está perjudicando y su carrera como jugador de billar se va a ver comprometida. O bien podemos decirle a esa misma persona que hemos encontrado en su musculatura dorsal del muñeca una mala adaptación a la carga a la que se le está sometiendo y que por ello vamos a tener que hacer primero un reajuste en la carga de entrenamiento a la vez que vamos a trazar un plan específico de readaptación dicha musculatura para que pueda volver a disfrutar de su deporte. 

El diagnóstico y el pronóstico es el mismo, pero la manera de expresarnos no tiene nada que ver. Las dos manera están describiendo el problema, pero una de ellas la vez que describe el problema también le está empezando a dar a esa persona una posible solución y además no le está diciendo que su afición o deporte favorito lo va a tener que dejar de practicar. 

En la segunda opción no se está siendo muy optimista e iluso con el proceso de rehabilitación. Siempre  debemos dejar claro las opciones de resultados satisfactorios y las posibilidades de éxito que tenemos con la fisioterapia. 

Nuestras palabras ayudan a afrontar las lesiones de manera diferente. 

Por lo tanto podemos decir que nuestra manera de comunicarnos y de dar la información del diagnóstico y tratamiento van a ser muy importantes a la hora de ayudar a las personas en sus procesos de rehabilitación. 

Como siempre os diré, cuando me despida de vosotros,

¡Salud y Vida! 

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