Protocolo de rehabilitación de una fractura de falange proximal del primer dedo.

“Quizás no puedas actuar en el foco del problema, pero seguro que puedes actuar a otros niveles para seguir avanzando” Anónimo. 

Hoy os acerco un caso clínico real, de cómo se ha procedido a rehabilitar una fractura de la falange proximal del primer dedo del pie. Lo mejor que podemos hacer para poner en práctica una de las entradas que ya publiqué en el blog sobre el protocolo actual del manejo de las lesiones agudas “Peace&Love”, es contaos la experiencia de cómo hemos tratado a una persona que acudió a la clínica. 

La importancia de cumplir paso a paso las fases de la rehabilitación.

El pasado 30 de diciembre me llama una persona que ha sufrido un traumatismo fuerte en el primer dedo de su pie. Se le acaba de caer una barra de pesas de 15kg sobre su dedo. Lo primero que hago es tratar de ver en qué estado está el pie, ver si se ha inflamado mucho, si se ha deformado a simple vista y luego preguntar a la persona cuál es su sintomatología. 

En los primeros momentos, la manera de actuar es tranquilizar a la persona y empezar a actuar con prontitud pero sin querer correr demasiado. Para esos primeros momentos la ingesta de un medicamento antiinflamatorio y antiángilco está totalmente indicada. Debemos de saber que el dedo tras el impacto se va a inflamar y va a doler. Es normal, nuestro organismo trata de protegerse y defenderse. Y además esa inflación va a permitir que el cuerpo empiece a regenerarse. Pero tampoco debemos sufrir en exceso y la ingesta de ese medicamento nos va a ayudar a tolerar mejor esos primeros momentos de dolor e inflamación. En este caso también en las primeras 2-3 horas, aplicamos hielo de manera indirecta en cortos periodos de tiempo, unos 6-8 minutos cada hora si a la persona le alivia. En este caso concreto pusimos hielo una sola vez y luego tratamos de enfriar el pie con una crema analgésica. 

 

Al día siguiente viendo la evolución del primer dedo del pie, recomiendo a la persona acudir a urgencias a que le hagan una radiografía para ver si el hueso estaba fracturado. La placa que le realizan muestra una fractura en V invertida en la falange proximal del primer dedo del pie. Los médicos aconsejan vendar el primer y segundo dedo en sindactilia y caminar con un zapato de suela rígida ortopédico para favorecer la inmovilización parcial del dedo.

Ese mismo día lo aconsejable es mantener un cierto reposo, procurar tener el pie elevado y dejar que el cuerpo vaya regenerando y actuando a nivel interno. La persona sigue tomando durante ese día las pastillas antiinflamatorias, tanto por la mañana como por la noche. 

Llegamos al día 1 de enero y empezamos la primera fase del «protocolo» que íbamos a seguir de rehabilitación. Todavía no podíamos actuar de manera directa en el primer dedo fracturado, pero sí que podíamos trabajar a nivel distal, es decir, en las articulaciones cercanas y sobre todo a nivel general. 

Siempre nos guiamos por la sensación de la persona. En este caso, estaba dispuesta a hacer cualquier trabajo para completar una buena rehabilitación. El trabajo durante esos primeros días consistió en una rutina de fuerza realizada con el miembro superior y el tronco, así como la movilización de las articulaciones de cadera-rodilla-pie de manera tanto activa como pasiva. En este caso particular me he encontrada con una gran ventaja, la persona es muy activa y realiza actividad física a diario. A partir del segundo día introducimos en la rehabilitación el trabajo de natación. La primera semana la persona acudía a la piscina a realizar natación gracias a su esfuerzo y a la ayuda del pulo-boy, un artilugio que hace que no muevas las piernas y por lo tanto el dedo está así más protegido. 

Otra de las cosas buenas que pudimos realizar fue empezar a caminar desde el primer momento. Los primeros días las distancias no eran muy largas, pero si que los paseos se repetían varias veces al día. Poco a poco las distancias se fueron haciendo cada vez más grandes y la evolución seguía siendo favorable.

En esta primera parte trabajamos también la Terapia con espejo. Es una técnica que se engloba dentro de la imaginería motora. Gracias a un espejo conseguimos hacerle creer al cerebro que el pie sano que nosotros podemos mover es en realidad el pie que ha sufrido la fractura. Para que así nuestra estructura cerebral no pierda la consciencia de los movimientos e integre el movimiento como algo no perjudicial ni doloroso.

Durante estos primeros días vamos consiguiendo mayor funcionalidad en el pie y el dolor va remitiendo poco a poco.

Pasados 12 días desde la primera radiografía, la persona acude de nuevo al médico para realizar el seguimiento. En la nueva radiografía se confirma que la línea de fractura apenas existe, que el dedo no sufre ninguna deformidad asociada y que el trabajo de rehabilitación puede continuar. En esta consulta se le indica que el zapato ortopédico se puede retirar pero que se siga vendando el primer y segundo dedo.

Pasamos entonces a la segunda fase de la rehabilitación. Vamos a mantener muchas de las actividad anteriores como el trabajo de fuerza en miembros superiores y tronco, pero además vamos a empezar a trabajar la fuerza sin cargas pesadas de los miembros inferiores. Se va a seguir con el trabajo de natación y además vamos a empezar con la reeducación de la marcha en piscina. El agua es un medio en el cual la gravedad desaparece, vamos a poder cargar el peso disminuido de nuestro cuerpo. Proponemos un trabajo de caminar por la piscina, el agua llega hasta la cintura, y puesto que la persona tiene nociones de ejercicios de técnica de carrera, empezamos a trabajar varios de ellos.

Durante esta fase, empezamos a mover todas las articulaciones del pie, tanto de manera pasiva realizando esos movimientos por parte del fisioterapeuta como de manera activa por parte de la persona. El objetivo es mover el pie sin dolor y conseguir tolerar la carga y se va consiguiendo. 

Al final de esa semana, cuando apenas han pasado 18 días desde el día de la fractura, llega una prueba de fuego, intentar correr cortas distancias. Poco a poco la persona sabe que en un primer momento va a aparecer algo de dolor, pero es capaz de andar a paso ligero y correr unos cuantos tramos hasta completar casi 3 kilómetros. 

La siguiente fase, consiste en realizar ejercicios de fuerza ya con peso de los miembros inferiores y aumentar la distancia de carrera. En ello estamos y la evolución sigue siendo la correcta y adecuada. La persona ya ha conseguido tras tres semanas desde la fractura en correr 5km, realizar natación y trabajar la fuerza tanto de miembros inferiores y miembros superiores.

 

Con mucha paciencia y una gran dosis de constancia y esfuerzo. 

En muchos casos a los fisioterapeutas se nos coloca como los salvadores de muchas patologías, pero nada más lejos de la realidad. Nuestro principal cometido es acompañar y ofrecer soluciones para los problemas que tenga la persona. En este caso concreto, gracias a que la persona es muy activa y deportista, la rehabilitación se ha podido realizar en un periodo de tiempo muy corto. No sin contar con una gran paciencia para soportar los dolores y las limitaciones y con una gran dosis de constancia y esfuerzo personal por su parte. 

Como siempre os diré, cuando me despida de vosotros,
¡Salud y Vida! 

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