En estos tiempos, hablemos de la pandemia silente. Parte II.

“La vida que nos es dada, es breve, pero la memoria de una vida bien vivida es eterna” Marco Tulio Cicerón. En la primera parte del post hablaba de esa pandemia silente, el dolor crónico, que afecta de manera global a todo el mundo. Expuse cuales eran las cifras, las consecuencias negativas de la enfermedad y finalmente hablé acerca de dos aspectos que debíamos potenciar: el círculo social y la razón de vivir.

Los cambios que se proponen desde la fisioterapia.

En otras ocasiones ya he hablado de la fisioterapia como el gigante dormido. Como bien dice uno de mis referentes, el Dr. José Luis Alonso, tenemos la profesión más bonita, porque conseguimos acompañar durante un largo periodo de tiempo a las personas que sufren dolor crónico. Somos el gigante dormido puesto que contamos con unas capacidades muy poderosas para combatir muchas enfermedades. Mucha gente puede pensar que tenemos manos mágicas, pero lo más mágico que tenemos como profesión es la capacidad de razonar, escuchar a las personas que vienen a vernos y empatizar con ellas.

En la entrada que hoy os traigo voy a hablar sobre el método que desde Fisiolive sigo cuando me enfrento a esta realidad.

Muchas personas padecen dolor crónico y no saben de qué hablamos ni a que nos referimos. Ya hemos explicado en otras ocasiones que el dolor crónico está considerado como una enfermedad en sí misma. El dolor crónico no es un dolor agudo no tratado o un dolor de más de tres meses de duración. El dolor crónico es un conjunto de hallazgos clínicos que van a afectar a todo el ser; concepto bio-psico-social de la enfermedad.

Cuando en Fisiolive empezamos a realizar una historia clínica y detectamos que la persona padece esta enfermedad, nuestra manera de afrontar la sesión se modifica radicalmente de tal manera que el tiempo pasa a un segundo plano, el tratamiento en camilla o en la sala de ejercicio debe esperar y nos centramos en escuchar y comprender las necesidades de esa persona.

Como os decía al principio seguimos un método cada vez más extendido en el mundo de la fisioterapia, que poco a poco va teniendo su espacio y que todos debiéramos aprender para conseguir ayudar a cuantos más pacientes mejor. Siempre tenemos en cuenta la regla que os explicaba en el post anterior: 1:30:365.

Cuando estoy sentado frente a la persona que acude a mi consulta con esta enfermedad, el primer paso siempre es exponerle qué pasos vamos a seguir, qué vamos a trabajar y de qué manera debemos afrontar la enfermedad.

Tras la entrevista y anamnesis llega el momento para mí más complicado y es empezar a generar un cambio de paradigma en el paciente. Que se aleje de una vista puramente biológica de la enfermedad y sea capaz de entender que el dolor está afectando a un montón de áreas de su vida.

Por lo primero que debemos empezar es por la Higiene del sueño. Como hablamos en la primera parte del post, durante el descanso nocturno nuestro cuerpo se restablece. Se produce un reinicio de todos nuestros sistemas. Además durante el descanso nocturno, si es de entre siete y ocho horas, vamos a conseguir disminuir los niveles de cortisol en sangre, que como sabemos es la hormona que hace que nuestro estrés se perpetúe en el tiempo. Durante el descanso si conseguimos que el nivel de cortisol disminuya, vamos a aumentar los niveles de dos hormonas vitales, la dopamina y las endorfinas. Si conseguimos aumentar nuestras horas de sueño y tener un buen descanso se va a ver mejorada nuestro metabolismo y vamos a sufrir una mejora  a nivel cognitivo. Supone un gran paso ser capaces de dormir mejor, pues aumentamos nuestra energía y empezamos a conseguir bajar los niveles de inflamación crónica que sufre nuestro organismo.

Lo segundo de lo que suelo hablar a estas personas que sufren de dolor crónico, es de lo importante que es parar, encontrar momentos para uno mismo, lo que conocemos como “mindfulness” o atención plena. Dedicar unos pocos minutos por la mañana a encontrarnos con nosotros mismos, con nuestro cuerpo, con nuestra respiración, nos va a aportar tranquilidad para afrontar el día que nos espera por delante, nos va a restablecer los niveles de energía positiva en nuestro interior y si logramos convertirlo en hábito nos hará conectar cuerpo y mente para encontrar un equilibro o estabilidad emocional.

El tercer pilar del tratamiento será explicar los beneficios que tiene el ejercicio terapéutico. De esto también hemos hablado en otras entradas del blog y sabemos que el tener una actividad física regular nos ayuda a reducir los niveles de dolor, aumentar las capacidades funcionales y nos hace sentirnos más útiles y vivos.

La cuarta parte será ofrecer la ayuda de un psicólogo para que trabaje este bajo las técnicas de la terapia cognitivo conductual, la relación entre daño y dolor y todo lo que el dolor nos ha traído negativamente a nuestra vida.

Por quinto y último eslabón en toda esta cadena esta la educación en neurociencia del dolor. Sabemos que el conocimiento es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Pues con las personas que nos visitan con dolor crónico ocurre lo mismo, explicar los aspectos neurofisiológicos del dolor con un vocabulario sencillo y cercano nos va a facilitar la alianza terapéutica. También explicar qué sucede en nuestro organismo cuando padecemos esta enfermedad va a permitir que se modifiquen las expectativas de la persona y la mentalidad tienda a ser positiva para el manejo de la enfermedad.

Tenemos las herramientas, sepamos implantarlas en beneficio de todos.

Uno de los pioneros en el tratamiento del dolor en España ha sido el Dr. Arturo Goicoechea, neurólogo vitoriano, que tras muchos años de estudio y trabajo duro, ha sido capaz de implantar un método diferente para el abordaje y manejo del dolor crónico. Como bien explica él, con un paciente de cada diez que acuda a vuestra consulta, confíe en este método y se adhiera a vuestra novedosa manera de tratar el dolor en España alejada de las unidades de dolor donde  predomina el abuso de corticoides, anestésicos y otros fármacos, habréis ayudado a construir una sociedad mejor y dar una visibilidad a una nueva forma de tratar la enfermedad.

Como siempre os diré, cuando me despida de vosotros,
¡Salud y Vida! 
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